Toro

No hay viaje que por bien no venga.

Pues como me suele pasar y más de una vez he comentado en este blog. Suelo salir a fotografiar con una idea y vuelvo con fotos en la tarjeta que nada tienen que ver con el motivo de la salida.

Hace un año organizamos una salida a la Sierra de Andújar los compañeros de Gran Angular para disfrutar del momento de la berrea. Sin muchas lluvias y con un considerable calor a pesar de estar ya en octubre, el motivo se diluía conforme nos adentrábamos en la carretera del embalse Jándula.

Después de pasear por allí un buen rato, sortear una infinidad de coches que estaban en la zona para lo mismo que nosotros, encontrar algún contraluz y escuchar los impresionantes bramidos, tuvimos que abandonar el lugar porque el sol ya nos dijo hasta mañana. Ni rastro de ciervos, solo algún gamo y poco más.

Ya en el trayecto de vuelta por la zona de "Los Escoriales" y sin un atardecer de esos que quita el hipo. Hablando en el coche y mirando a la vez en por la ventanilla,  vimos varias reses bravas que andaban sobre un cortado. El frenazo con el coche fue casi de trompo, el bajarnos con la cámara en la mano solo fueron dos segundos. Las siluetas de los toros a contraluz era espectacular, ya comenzaban a marcharse del lugar pero pudimos aprovechar la presencia de algún rezagado.

El momento fue un subidón. La estampa del animal a contraluz era una pasada e intenté hacer alguna serie de la manera más decente posible ya que no había casi ninguna luz, de hecho para guardar los equipos tuvimos que sacar las linternas porque era noche cerrada.

Al menos esos toros nos alegraron el momento, por lo menos a mi. No soy de salir y volver con la tarjeta vacía. Sobre la marcha y mirando por el visor, alguna foto se veía interesante. Así fue, mereció la pena ese momento aunque fuese "in extremis".

Ya no es lo que era.

Y me refiero a esta zona de la Sierra de Andújar. Aquello es una feria, gente a manadas, con los coches, personas arregladas como si estuviesen de boda. Dicen que van a ver la berrea pero en realidad no saben ni lo que es. Se ha puesto de moda y allí que vamos.

Resulta que los animales ante la temeridad de las personas que por allí transitan, salvo algún ciervo despistado, huyen del lugar cuando descubren la muchedumbre, sus voces, su mala educación. Salen de allí por patas (nunca mejor dicho).

Al final quien de verdad sube para disfrutar de la naturaleza, porque le gusta, la respeta o la fotografía. No tiene más remedio que buscar un hueco entre semana o en otra época no tan conocida para los urbanitas de campo. Es la única forma de ver a tu alrededor la naturaleza de un modo más natural, sin animales estresados, incluso dicen que puedes ver algún lince descansando sobre unas piedras al borde de la carretera. 

Lo intentaré al menos una vez. Por mi día a día no puedo escaparme en días laborales a la sierra. Pero alguna vez tiene que ser la primera y espero disfrutar la experiencia.

El jueves tiramos de archivo, y por tirar de archivo me refiero a fotos que he hecho antes de dos mil veinte. De este año aún no he revelado nada. Llevo algo de retraso, siempre he llevado mal lo de ponerme al día en estas cuestiones.

Feliz semana a tod@s.