C on mis cuarenta y cinco primaveras recién estrenadas, si hay alguna fiesta que me guste sin hartarme, esa es la Semana Santa. Me gusta perseguir un santo en su trono, más que rascarme un sabañón. Algún defecto tenía que tener. Seguir una procesión cámara en mano es el principal deporte que hago desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. El abanico de fotografías que te puedes encontrar en esta semana es amplio, costaría detallar todo lo que podemos apreciar en esa semana, bien sean relacionadas con las procesiones o fuera de ellas. Por los motivos de sobra conocidos por todos, nos quedamos por segundo año consecutivo sin fotografiar esta efeméride, aunque intentaremos buscar cosillas en una semana donde los cultos remplazarán a las procesiones, dando lugar a una Semana Santa más íntima, distinta, vivida desde la reflexión. La imagen que acompaña a esta publicación la hice en dos mil dieciséis, un viernes de Dolores en el acto de subida al trono de Ntro. Señor e...